Cerca de 50 estudiantes de la I. E. José María Bernal conforman un grupo que hasta Hollywood envidiaría
Escrito por: Laura Castro
María Camila Escarria, directora general; Daniel Gómez, director de fotografía; Rachel Manrique, directora de maquillaje; Miguel Ángel Betancur, director de luces; Sara Zuluaga, directora de arte… Aunque son adolescentes que aún no terminan el colegio, hablan con propiedad de sus roles en el Colectivo Andante Films y, mejor aún, los desarrollan con pasión, entusiasmo, dedicación y profesionalismo.
Y es que, pese a su corta edad, ya han tenido la oportunidad de participar en tres de los cinco cortometrajes, juveniles e infantiles, que ha producido este grupo desde sus inicios:
- El Misterio de la Cascada – 2015
- Expedición a lo Desconocido – 2016
- El Estiércol del Diablo – 2017
- Tr3s Veintitr3s – 2018
- Emmanuel y la Roca Mágica 2019
Según explica María Camila Escarria, directora del colectivo, Andante Films tiene sus raíces en un proyecto de aula de teatro, llamado Dante, liderado por la profesora Marta Salcedo, quien coordinaba los grupos culturales de la I. E. José María Bernal. Ella, en el 2014, les propuso a algunos estudiantes hacer una película, sueño que se materializó un año después con un cortometraje que, además de promover el cuidado del medio ambiente, rescata la mitología y oralidad del folclor antioqueño.
“Lo que nació como una charla en un salón de clase terminó convirtiéndose en un proyecto social que, no solo genera conciencia ambiental y social, también ha ayudado a sacar a algunos de los compañeros de las calles, la violencia o las drogas, ofreciéndoles una actividad extracurricular que disfrutan”, afirma la joven.
Los ejes del colectivo
Miguel Ángel Betancur señala que, actualmente, el grupo está conformado por alrededor de 50 personas, en especial de los grados de bachillerato, aunque también hay egresados y niños de primaria, pero todos tienen algo claro “No es solo grabar y ya; no, Andante, es convivencia, diálogo, unión y respeto. Nosotros somos una familia”.
En el mismo sentido se expresa Rachel Manrique, quien ingresó al grupo hace cinco años. “Lo que hay detrás de las grabaciones que hacemos en un verdadero trabajo de familia, en el que sobresale el amor a cada proyecto y con el que logramos cosas mágicas, como grabar una cama en una pieza del hotel donde nos estamos quedando y que luzca real como una clínica”.
Es ese trabajo colaborativo y armonioso lo que les ha permitido desarrollar producciones de alta calidad, que han sido acreedoras de varios reconocimientos, como los Premios Yoguis y los Premios Ser Mejor de la Alcaldía de Medellín.
Pero no es un trabajo fácil; al contrario, es una actividad que les demanda tiempo (se reúnen todos los martes), capacitación (que les brindan los egresados del colectivo o de forma particular, como fue el caso de Isabella González, quien hizo un curso de maquillaje profesional) y sobre todo, mucha dedicación.
“Uno no se alcanza a imaginar todo lo que conlleva el detrás de cámaras de un corto de 25 minutos. Nada más para las jornadas de grabación nos toca levantarnos a las 4:00 a. m. o antes, si así lo exige el guion; debemos desplazarnos a los lugares de rodaje y estar muy pilos de que se lleve todo lo necesario o de improvisar, cuando ocurre algo. Luego viene la magia de la edición, de elegir las imágenes y que concuerden con el audio. Eso es todo un engranaje agotador, pero es lo más gratificante; es cuando sentimos correr la sangre por nuestras venas”, concluye Rachel Manrique.
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